Hechizo de luna,
olor a hierba
y caramelo.
Prisa y urgencia.
Un amor posible
tan solo en sueños.
Una piel tibia y suave,
un cuerpo dormido,
silencio,
que nadie la despierte.
Entre suspiros
deseo encendido
que confunde el baile de los dedos
que descubren recovecos y humedades,
que provocan calambres
en un vientre adormecido.
Una lengua
que lamen unos labios,
que muerden con avaricia
la palma de una mano
que ahoga el sonido
de un gemido.
Una sábana resbala,
un cuerpo tiembla.
Lágrimas que se desbordan.
Ella y su respiración agitada
tratando de detener el palpitar
de su corazón acelerado.
Hay noches que no debería
amanecer.