Ya nunca más te diré que te extraño

Clavado en el pecho

tengo tu silencio,

enhebro la ausencia 

de este deseo a destiempo

enredada en la desesperación.

Olor a flores y hierba 

húmeda, 

la soledad eres tú

y ese olor que penetra en

mis entrañas y me enloquece.

Donde yo voy no puedes seguirme,

dijiste.

Se quebró mi voz

y no pude decirte

No me conoces, puedo…

Puedo y quiero seguirte.

Nubes plomizas surgieron

del horizonte

y cubrieron de repente

el cielo, la vida,

el mundo entero.

Todo se volvió irreal

cuando te fuiste alejando,

sin pedirme nada,

y tu rostro no volvió a cruzarse 

con el mío.

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