Sus manos invadieron
mis espacios
liberándose del anhelo
de acariciarme
y a mi, de la tortura
de contenerme.
Fundidas nuestras lenguas
con los ojos cerrados,
dos destinos en una vida
se unieron.
Entre el amor y el deseo
sentí la desnudez de su piel.
Aspiré su perfume
en un abrazo casi eterno.
No hubo palabras
solo miradas
llenas de promesas.
Envueltos en suspiros
y gemidos,
de dos bocas que ya son una
se escaparon los te quieros.
Me abrigó con su cuerpo desnudo,
me embriagué de su olor a mar,
me embistieron olas invisibles
que me llevaron a lo más profundo
del abismo.
Me uní a él,
entregándole mi cuerpo
y mi alma.
Fue mi más bonita historia
de amor.