Extrañarte, olvidarte, amarte
y así una y otra vez.
Aprendí a volar porque
caminando no te alcanzaba.
Me puse a hablar de ti
y no alcanzaron las palabras.
Entendí entonces para qué sirve
el silencio; me puse a callar de ti.
Te pedí el alma a besos
te pedí una mirada enamorada
un beso que reviviera la ilusión
una vida que no acabara
un corazón que no olvidará.
Todos los lugares estaban allí
todo fue en aquella habitación
todos los besos, todos los abrazos
las caricias fueron esas.
No teníamos nada que perder
solo éramos tú y yo.
Pero yo perdí y desde entonces
ando buscando tus ojos.
El recuerdo es una condena
que decidí pagar.