En un desolado atardecer
en una habitación desnuda
el miedo le llegó de golpe.
Empezó a llorar,
lloraba y no podía hablar.
Había vuelto a oscurecerse,
se volvió de hielo
y el notó como ella
no encontraba refugio
en su abrazo.
Él se rindió ante su oscuridad
al no poder tocar su corazón.
Ella no quiso ver la luz
que él le regalaba
ni escuchar la voz
del mar que reflejada en sus ojos
le suplicaba,
Déjame ser tu libertad,
hagamos juntos frente al universo
estoy junto a ti.