Y sucedió que

Se abrazaron, comenzaron a llorar

mezclaron sus lágrimas,

buscaron el sosiego

que ambos necesitaban

por todo lo que les separaba

y todo lo que les atraía.

Compartieron risas repletas

de ternuras,

se regalaron un tiempo vivo.

La primavera volvió

conteniendo la impaciencia

de abrazos venideros

acompasando el ritmo

de sus corazones

a su respiración.

Se perdieron en los secretos

que escapaban de sus ojos,

entonces sucedió,

justo entonces, sucedió,

el tiempo se paró,

sintieron el vértigo

y sus miradas se llenaron

de cielo

como si el destino les estuviera

anunciando

el mejor de los porvenires.

Comparte en:

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *