Comencé a susurrar palabras
para eludir al silencio.
Luego, las fui escribiendo,
enfrentándome al vértigo
de una hoja en blanco,
para que el paso del tiempo
no las fuera desdibujando,
porque a veces,
los recuerdos son frágiles
y otras veces
son más bonitos que la realidad.
Escribía y la tinta
se escapaba de mis venas.
Las letras eran mi refugio,
la única manera de mantenerme
cuerda.
Cobijada en las palabras
encontré la paz
que necesitaba.
De la pluma brotaron
nostalgias y alegrías,
historias tristes,
otras muchas alegres.
Escribí sin miedo,
escribí sin pensar,
escribí lo que sentía.
Escribí despacito
palabras que hacían olvidar
las que dolían.
Escribí para hacer de la vida
una aventura,
para que al sumergiros en mis letras,
vosotros que me leéis,
descubrierais todas las promesas,
que las vivierais, las sintierais
que os hicieran suspirar
al hacerlas vuestras.
Escribí para que volvierais
a sentir,
la emoción de amar
cada día,
en cada una de mis sílabas.
Escribí versos
con sabor a paz y esperanza.
Versos color azul,
con sabor a mar.