Érase que era una princesa sin corona
una princesa sin cetro ni trono.
Una princesa con un corazón triste
roto de amor por un príncipe que no era tal.
Era una princesa sin un dragón que la raptara
sin un rey que la cuidara.
Érase que era una princesa sin hada madrina
ni tesoros ni riquezas.
Una princesa que lloraba y bordaba
con sus lágrimas las palabras te quiero.
Una princesa que soñaba, que llenaba su tiempo
de recuerdos y añoranzas,
porque en un tiempo tuvo lo que ahora le faltaba
y por una vez en el cuento
no fue una bruja quien la hechizaba.