Y no creía en Dios

Olor a incienso

y cera derretida.

Ella rezaba

y no creía en Dios.

¿Dónde estás Señor

cuando tengo miedo?

Padre mío, en esta hora

oscura yo te pido…

Concédeme distancia,

aleja de mis estos demonios.

Protege mi alma,

reconforta mi dolor

ese, que lloro

por dentro en soledad.

Agranda este corazón

encogido de tristeza.

Haz que mis oídos

ensordezcan

a los cantos de sirena.

No consientas

que mi alma

se convierta en una zarza

cubierta de espinas secas.

 No dejes que me invada

el silencio

y viva con la amargura

atravesada en el pecho.

Ven a salvarme…

Ella rezaba

y no creía en Dios.

Comparte este poema...

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *