Una vez será

Algún día, cogeré un tren dirección a tu casa.

Llegaré una tarde de invierno, de esas tranquilas y soñadoras que tanto te gustan. Esperaré al anochecer para tocar a tu puerta, no me importará que cuando llegue, estés dormida, y si no me abres, subiré por tu ventana para a hurtadillas, colarme en tu cama y rozar tu cuerpo.

Te despertaré muy despacito, con caricias que iré inventando mientras recorro tu piel, y al mirarnos, nuestros ojos brillaran como centellas y ambos sabremos que todo podrá pasar.

Me regalarás una sonrisa soñadora, encantadora y perezosa, entonces yo, te estrecharé entre mis brazos y te ofreceré millones de estrellas y una luna bien bonita.

En una alfombra de flores, recorreré tu cuerpo entero y con nuestra pasión incendiaremos la noche. Me ahogaré en el mar de tus ojos, me beberé la humedad de tus lágrimas, nos besaremos con ansia. Pronunciaré tu nombre una y otra vez y te abrazaré muy muy fuerte para sentir tu calidez e inocencia.

Respiraré tu aliento cálido, penetraré en tu interior a través de tu mirada para llegar a tu corazón. Ni tus palabras, ni tu sensatez, lograrán detenerme.

Se producirá un silencio, y por mi cabeza cruzará un pensamiento fugaz, que de pronto necesitará manifestarse.

-Y yo a ti

¿Por qué te quiero tanto?

Una mirada furtiva tuya, una sonrisa cómplice de los dos, y nuestros destinos que comienzan a rimar.

Te escribiré un poema, tú lo leerás en voz alta, o mejor, en un susurro, que queda más bonito. Iremos tejiendo palabras en el silencio. Y cuando tus ojos se vayan cerrando vencidos por el sueño, te acunaré en mi pecho y te diré al oído:

-Duerme tranquila,

ya no estás sola.

Así, te dormirás, con pensamientos llenos de ternura, y todo lo mío, quedará en ti, para siempre.

Comparte este poema...

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *