Érase una vez, una ternura
que se convirtió
en melancolía.
Una nostalgia que se hizo fuerte
en cada madrugada
porque la soledad,
le daba miedo.
Y sin avisar un día,
la tristeza
la vino a buscar.
Se durmió su corazón
y el amor quiso desertar.
La esperanza la encontró
y no la dejó desfallecer,
la abrazó muy fuerte
la llenó de fuerza,
de fe,
le regaló la libertad,
el poder de elegir,
y ella eligió
dejar atrás los miedos
y los días de ceniza.