La luna ya no escucha la desesperación

Una noche sin luna

y pocas estrellas,

ahogó sus esperanzas,

ahogó su pulso.

Perderse no era tan difícil.

Su corazón comenzó

a caminar hacia el olvido

cuando noto que su alma

lo empezaba a rechazar.

Se dedicó a borrar de su piel

con obsesión sus caricias

cuando sintió

que abusó de sus ansias.

Nadie vio sus lágrimas

ni escucho sus llantos

silenciosos.

No hubo dudas,

todo encontró

su orden y equilibrio

cuando percibió el frío

de sus recuerdos.

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