Vida de mi vida

Cuando Dios dejó de existir,

el viento helado del norte

se llevó un sueño

en una noche

de luna creciente.

Los viejos cuervos

anidaron en su pecho

y rayos verdes

rompieron el cielo.

Su mirada salvaje

se perdió en un mar

de noviembre.

En la costa de las locas

el alma se le heló de golpe

en mitad de la noche,

se sintió de golpe

como una rosa

nacida entre las piedras.

Todo a su alrededor

enmudeció,

una calma irreal

la sacudió,

todo se volvió desolador.

Un mar infinito

de olas grises,

un viento que le trajo

voces, susurros,

sollozos,

pensamientos furtivos,

que se escapan de dentro.

Una voz desgarrada

rompió el silencio,

sinsabores, angustias,

sueños rotos.

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