En la hora más oscura
la que precede al alba,
se abraza a la noche
para tranquilizar un poco
su desbocado corazón.
Pronto tendrá que marchar
y no sabe si podrá
soportar la pérdida.
Siente miedo
un escalofrío de temor
la recorre entera,
le inquieta el simple
hecho de separarse de su cuerpo,
pero sabe que debe hacerlo
soltarse de su abrazo
e irse muy lejos
a un lugar donde poder abandonar
la tristeza.
Tranquila, se dice,
no volverás a tener días sin esperanza,
volverán las horas de calma.
Intenta no perder el norte
aunque su brújula no sabe darle
las coordenadas
del camino que acaba de emprender.